La llave menor de Salomón. Poetia, la llave menor del Rey Salomón (Clavicula Salomonis Regis) es la traducción de 1904 por Samuel Mathers y Aleister Crowley.
Una simple ajeada a la historia de las civilizaciones y las culturas
nos bastará para constatar cómo Occidente ha sido una de las
manifestaciones culturales más indemnes al estilo diabólico. Frente
a las civilizaciones de Asia y Extremo Oriente, o las culturas primitivas
del continente americano, las producciones artísticas europeas
continúan grosso modo la línea armónica de la plástica griega.
Si exceptuamos el genio de Goya, es a la llegada del siglo xx, con
las convulsiones de las dos guerras mundiales, cuando brota estruendosamente
el elemento diabólico en el surrealismo y, sobre
todo, en la pintura de Picasso; algunos de sus cuadros nos evocan
la inspiración tenebrosa del gran pintor del siglo xv en los
albores de la Edad Moderna, el Basca, que plasmé como ninguno
el desorden demoníaco.
Versión del editor: http://www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/02100746/articulos/CFCA7272220463A.PDF
Es esencialmente un manual de instrucciones para invocar a más de 72 espíritus diferentes.
Los títulos de nobleza asignados a los demonios no existían en esa época, así como tampoco las alabanzas a Jesús y a la Santísima Trinidad incluidas en el texto.
La llave menor de Salomón contiene detalladas descripciones de espíritus, así como los conjuros necesarios para invocarlos y hacer lo que el conjurador o exorcista, los obligue a hacer.
En él se detallan los círculos protectores y los rituales que deberán hacerse, las acciones necesarias para evitar que los espíritus tomen el control, las preparaciones previas a la invocación y las instrucciones para hacer los objetos que se emplearán en el ritual..
Demonología de los Apoph
thegmata patrumUna simple ajeada a la historia de las civilizaciones y las culturas
nos bastará para constatar cómo Occidente ha sido una de las
manifestaciones culturales más indemnes al estilo diabólico. Frente
a las civilizaciones de Asia y Extremo Oriente, o las culturas primitivas
del continente americano, las producciones artísticas europeas
continúan grosso modo la línea armónica de la plástica griega.
Si exceptuamos el genio de Goya, es a la llegada del siglo xx, con
las convulsiones de las dos guerras mundiales, cuando brota estruendosamente
el elemento diabólico en el surrealismo y, sobre
todo, en la pintura de Picasso; algunos de sus cuadros nos evocan
la inspiración tenebrosa del gran pintor del siglo xv en los
albores de la Edad Moderna, el Basca, que plasmé como ninguno
el desorden demoníaco.
Versión del editor: http://www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/02100746/articulos/CFCA7272220463A.PDF
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